Goethe dice que hay un espacio intermedio entre la polaridad de luz y oscuridad en el que el alma puede moverse a través del color como un mediador que hace posible unir lo que estaba separado; en los seres humanos se da el encuentro del mundo físico y el mundo espiritual, y cuando estos mundos interactúan entretejiendo la luz como espíritu y la oscuridad como materia en las proporciones que traen equilibrio y medida, el alma se manifiesta como color.

Una vez más una obra de la literatura, en este caso artúrica medieval, nos invita a conocer como las aventuras del ser humano en la vida se van interiorizando y transformando en vivencias, experiencias y finalmente procesos interiores anímicos, que a su vez nos van transformando como personas y como seres humanos.

Podemos ver en esta obra como el color va apareciendo en nuestra conciencia entretejido al acontecer de la historia del protagonista y los encuentros que va teniendo en su camino.Y a medida que va despertando una vida interior propia, los colores se van desplegando en las páginas del libro y se evidencian con verdadera devoción.

La vida consciente del alma va despertando en colores, tonos y matices, en nuestro interactuar con el entorno, con el mundo y con los otros. Y paso a paso nos adentramos en la vida, conscientes de cómo viven en nosotros las experiencias y los acontecimientos. Y, ojalá, conscientes de cómo viven en los otros.